jueves, 3 de septiembre de 2015

¿Somos los nazis del siglo XXI?

El holocausto judío nos horroriza ¿Cómo fue capaz la humanidad de alcanzar tales cotas de maldad? Nos preguntamos ¿Por qué pasaron tantos años hasta que el mundo entero dijo "basta ya"? ¿Por qué los alemanes hacían la vista gorda cuando sus vecinos y amigos eran deportados a campos de concentración? ¿Por qué se denunciaban entre ellos por ser o acoger a judíos? Era como si la humanidad entera se hubiese vuelto completamente loca. 

Hoy miramos con perspectiva, vemos películas, escribimos libros, celebramos el aniversario del fin de la Segunda Guerra Mundial, de la liberación de Auswitch. Estamos convencidos de que nosotros no habríamos dado la espalda a los judíos . 

Y sin embargo, hoy somos nosotros los cómplices de la locura, permaneciendo impasibles ante el drama sirio. Miles de personas buscan refugio en otros países. Abandonan sus hogares, su tierra, su país, huyendo de una guerra que dura ya demasiados años. Un conflicto que los ha dejado sin nada. Y ahora nosotros les robamos la esperanza. Europa no quiere acogerlos. Los países más cercanos cierran sus fronteras. 


Hoy en los telediarios repetían la imagen de Nilufer Demir, el niño sirio ahogado en aguas turcas cuando huía con su familia hacia las islas griegas. Una historia que ha tenido el peor de los finales. Me abstengo de poner la foto. Ya la hemos visto demasiadas veces y de verdad, mi sensibilidad tiene un límite. 

Pero tanto como esta fotografía estremecedora, me han conmovido las imágenes de la estación de tren de Budapest, donde los sirios se hacinaban en los vagones con la esperanza de poder abandonar Hungría, un país que legisla para imponer penas de hasta tres años de cárcel por un cruce ilegal de la frontera. Esas imágenes de niños que pasaban en brazos a los trenes saturados de desesperación me han roto el corazón. Me han recordado los fotogramas de las películas que nos mostraron el drama del holocausto nazi. Los vagones cargados de personas con dirección a campos de concentración, o lo que es peor, a maquiavélicas cámaras de gas. 


¿Qué más tenemos que ver para reaccionar? ¿Es egoísmo? ¿Es miedo? Vivimos en nuestra burbuja de comodidades ajenos a las trágicas muertes de seres inocentes.  "No podemos hacer nada", nos decirnos para lavarnos la conciencia. Pero pecar por omisión es la forma más cobarde de pecar ¿Qué nos ha ocurrido para no temblar ante el dolor ajeno? Se nos está enfriando el corazón. Coger a tu familia, huir de tu país con apenas equipaje, dejando atrás tu vida, los planes de futuro, es una decisión difícil y sin embargo ellos la toman porque la única alternativa es la muerte. 

¿Somos acaso los nazis del siglo XXI? Aunque los ciudadanos de muchos países empezamos al fin a mostrar nuestra indignación frente a una situación inaceptable, los gobiernos europeos no acaban de ponerse de acuerdo para resolver este sinsentido 

Tenemos el deber moral de exigir a nuestros gobiernos que actúen, que den una respuesta solidaria a las miles de familias que se han quedado sin nada. Queremos que nuestros impuestos se utilicen en misiones que valgan la pena, y no hay nada más valioso que una vida. Podemos prescindir de aeropuertos vacíos, de autonomías, de asesores designados a dedo, de políticos corruptos, de Eres falsos, de tarjetas black, de coches oficiales... pero no podemos prescindir de la vida

Haz cuanto esté en tu mano, por pequeño que sea. Escribe en tu blog, en twitter, facebook o instagram, manda una carta al periódico, participa en una manifestación, rellena un formulario, díselo a tus vecinos, que quieres que tu país abra las fronteras para acoger a refugiados sirios, igual que abrirías los brazos para recibir a tu hermano. 

Se recauda mucho dinero al cabo del año y hay muchas cosas a las que los españoles estamos dispuestos a renunciar con tal de que se haga ni más ni menos aquello que es de ley: amar, porque esto, no nos engañemos, no es una cuestión política o económica. Es tan solo una cuestión de amor




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